LA HUASTECA, EL REINO DE LA INDIFERENCIA Y EL VALEMADRISMO PRIMERA PARTE

Por: Jorge Luis Juárez Vega

Érase una vez un pueblo al que todo le valía madres, y se decía progresista. Que está gobernado por una recua de truhanes, y se siente honesto. Que se dice culto, y lo gobiernan los ignorantes. Que se declara valiente, y como cobarde permite que le roben, hasta la nomenclatura de sus calles y colonias. Que cree tener una historia propia, y admite que deformen sus tradiciones culturales, con una total indiferencia brutal y ofensiva. Que se observa determinante, porque hace ganar a los candidatos a gobernador, pero pierde las elecciones propias desde el inicio del siglo XXI. Que presume el verdor del campo como su distintivo específico, y permite una desforestación imparable y una contaminación inmisericorde a sus mantos friáticos. Que exige lealtad a la ciudadanía, mientras su clase política está hundida en la cloaca, y la traición artera y cobarde es un hábito. Un pueblo al que solo los poetas tachan de hermoso, que permitió que destruyeran hasta sus monumentos más emblemáticos.
Una comarca que a pesar de todas sus adversidades, es pintoresca y hermosa. Solo que jamás fue importante para el país al que pertenecía, y tampoco representa la menor preocupación  a la entidad, a la que la integraron en la época decimonónica. Nació de una fracción del Estado de México, y es por cierto la región más misérrima y abandonada de todo el estado. Fue durante el siglo XIX, su etapa más importante, pues uno de sus hijos don Cristóbal Andrade, logró posesionar con su liderazgo la idea de crear el estado huasteco.
Cristóbal Andrade, actuó impelido por su amor al terruño, y motivado por el abandono en que le tenían las políticas de aquellos lejanos años, situación no superada, bien entrados ya en la segunda década del siglo XXI. Con este talante elaboró el manifiesto de las huastecas, documento hoy completamente olvidado por los irresponsables huejutleños, de la actualidad. Desde este ángulo no es difícil deducir la prosapia, rectitud, y calidad de la gente que pobló, este rinconcito patrio en años pretéritos, y la indiferente actitud que muestra la actual generación.
Todo el siglo XIX, fue de luces, y nuestros paisanos iniciaron el siglo veinte con una gran bonanza económica, por ello infinidad de familias europeas se interesaron por estos lares, para repoblar un comarca sin muchos colonos, pero que por sus recursos naturales era admiración de propios y extraños. Fue en esos años de bonanza cuando comenzaron a construir la presidencia municipal, el Reloj monumental, e incluso le dieron una responsable rehabilitada al templo agustino, de Huejutla. Este último monumento, el único heredado por la época de la colonia, hoy semidestruido gracias a las gestiones de su anterior Obispo, un tal Salvador Rangel, necio prelado que desoyendo las sugerencias del INAH, destruyó lo poco de originalidad que aún conservaba. Este sedicente individuo, de Salvador nomas tenía el nombre, más bien fue un destructor del templo. Para colmo de nuestras desdichas sociales, los dos últimos Obispos, eran tocayos, e igual de desmadrosos y polémicos.

Antes, ¡que chingones eran los pioneros!....ahí les a vuelo de pájaro.

En los años veinte del siglo XIX, Cristóbal Andrade lanza el manifiesto de las huastecas que pugnaba por crear el estado huasteco, cuya capital sería Huejutla.

En 1869. Don Benito Juárez, aconsejado por personalidades de Huejutla y Yahualica, autoriza la elección de la entidad, tres años después de que fue asesinado el héroe local, por el Diablo de la Rosa, para unos llamado Evaristo, para otros Blas, este personaje atendía órdenes de los conservadores auspiciados por la iglesia católica, en esos años en afinidad absoluta con Maximiliano de Habsburgo, Emperador de México.

En 1891 el poeta Juan de Dios Peza, publica el poema, romance al tordo, mismo que dedicó al diputado Francisco Sáenz Meraz, de Vinazco, para desacreditar a los políticos conservadores, del siglo XIX, ya bien entrados en el Gobierno de Don Porfirio Díaz.

La primera década del siglo XX, es de opulencia debido a que infinidad de familias locales propietarias de terrenos, los rentaron a las compañías petroleras, y capitalizaron Huejutla, se  inicia así, la construcción del reloj monumental de Huejutla, el empedrado de sus calles, el edificio de la presidencia municipal, y la rehabilitación de la catedral.

En los primeros años de su segunda década Huejutla, fue la precursora del movimiento armado en la entidad, conocido después como revolución Mexicana, con personajes, de la talla de Francisco de P Mariel, Daniel Cerecedo Estrada, Amado, Antonio y Jesús Azuara, y Vicente C Salazar.

Existieron personajes de gran peso político, producto del movimiento armado, al grado que cuatro de ellos llegaron a ser gobernadores, Amado y Antonio Azuara, son dos de ellos, y por la Convención de Aguascalientes, lo fueron, Daniel Cerecedo Estrada, y Vicente C Salazar. El corolario por ayudar a triunfar al movimiento armado, fue el total olvido de los gobiernos revolucionarios, hasta bien entrada la década de los setenta, debido sobre todos a las vendettas políticas, ya que los generales huastecos no le atinaron a los deseos de los caudillos, Álvaro Obregón, y Plutarco Elías Calles, triunfadores absolutos del movimiento armado.

Primeros años de los veinte, comienza con adversidades, en el orden católico se crea la diócesis de Huejutla, y Papantla, y en ambos lugares se conoce a los designados como los Obispos Petroleros, -por algo será-. El de Huejutla José de Jesús Manríquez y Zárate, es expulsado del país pues a punto estuvo de iniciar la guerra chistera en Huejutla.

Sostienen historiadores serios que la  iglesia, a partir de infinidad de prestanombres, por lo regular de origen europeo, arrendó miles de hectáreas de terrenos a las compañías petroleras internacionales, casi al inicio de la Primera Guerra Mundial. Con el tiempo estas familias se quedaron con los terrenos, y se involucraron en la lucha armada para ello. Estas familias con el tiempo se convirtieron en ganaderos y sus actos capitalizaron a la región, creando infinidad de productivas haciendas... Los militares huastecos eran descendientes de estas familias, pero al equivocarse en la elección del presidente de la república en turno, se los cargo la fregada, políticamente hablando.

El error político de Francisco de P Mariel, fue apoyar al primer candidato asesinado, Francisco R Serrano, masacrado en Huitzilac, Morelos el 3 de octubre de 1927, y los generales Azuara por hacer lo mismo, pero a favor de Arnulfo R Gómez, pasado por las armas en Coatepec, Veracruz, por oponerse a través del al Partido Nacional Anti reeleccionista, a la reelección de Álvaro Obregón. Finalmente Obregón, ganó la elección, y a partir de ahí, a los huastecos nos fue de la chingada, ya que el altiplano se apropió del poder, denigrando a los generales locales. Actitud que mantienen como válida hasta la fecha los historiadores oficialistas de Hidalgo, como si los gobernadores de por allá fueran una chingoneria, algo que se deduce fácilmente con el simple hecho de observar las condiciones de pobreza que existen en la entidad, una de las más atrasadas y corruptas de la república.
La desgracia política de los generales huastecos, se reflejó en los siguientes sexenios, con el inicio de los problemas agrarios de la región, pues Lázaro Cárdenas, comenzó a repartir las propiedades de sus enemigos políticos, entre los antiguos trabajadores de las haciendas, así se perdieron la Hacienda de la Candelaria, la de Santa Cruz, El Tepozteco, los Hules, las Flores, y un largo etc. de fincas repartidas entre infinidad de arribistas,  y paleros de los nuevos gobiernos.

Poco a poco los personajes locales perdieron presencia en la política, pero fue a finales de la década de los cincuenta, con la muerte del general Juvencio Nochebuena, cuando llega la orfandad de nuestro protagonismo en la república, y por lo consiguiente en la entidad...Continuará.